Mas manías sobre escritores.

Anécdotas y manías de algunos genios de la literatura

Cosillas que no siempre se conocen sobre los verdaderos genios

Si tuviéramos que hacer aquí una lista de las excentricidades de los grandes escritores a lo largo de la historia, no tendríamos espacio suficiente. Por ello, lo que nos proponemos aquí es contemplar, benévolamente, las debilidades de un puñado de ellos, que pueden servir como ejemplo de los demás.

Aristóteles dialoga con Platón
Para empezar por el principio, viajaremos a la Grecia clásica. Allí nos espera Homero, genial autor de “La Ilíada” y “La Odisea”, al que la historia atribuye poco menos que haber improvisado al escribir esas maravillosas obras. Ello no es cierto. Muchos críticos lo han desmentido, después de estudiar los textos : han llegado a la conclusión de que no es posible realizar trabajos tan perfectos espontáneamente. Claro que Homero no es culpable de ello.

Más culpable es el primer historiador conocido, Herodoto, quién mezcla en sus relatos históricos realidad y ficción al estilo del mejor autor de novela histórica. Un ejemplo : al narrar la guerra entre persas y griegos, afirma que el rey de los primeros, Jerjes, movilizó contra los segundos a 5.283.220 hombres.

Pues bien, el historiador militar alemán Delbrück ha estudiado esa posibilidad y ha llegado a la conclusión de que tal masa de hombres significaba que, cuando los primeros se acercaban a las Termópilas – donde se iba a desarrollar la batalla – , los últimos tenían por fuerza que hallarse todavía en Persia. Por no citar que el imperio persa tenía entonces diez millones de habitantes, entre hombres, mujeres, niños y ancianos. En descargo de Herodoto, debemos señalar que la historia, entonces, se escribía así, pues Plutarco, Tito Livio y otros historiadores de la Antigüedad no son más exactos en sus relatos. Lo importante era complacer al poder. Cómo ahora, más o menos.

Francisco de Quevedo
Sin irnos de Grecia, llegamos a Aristóteles. Dice un refrán que quién mucho habla, mucho yerra. Este dicho le viene que ni pintado al filósofo, quién, aparte de exponer un sin fin de ideas extraordinarias, nos legó algunas lindezas como las que expondremos a continuación. Decía nuestro hombre, entre otras cosas, que la sangre de las mujeres es más espesa y oscura que la de los hombres, que las moscas tienen cuatro patas, que la mordedura de un perro rabioso hace rabiar a cualquier animal, menos al hombre, que la mitad izquierda del cuerpo humano es más fría que la derecha, que el hombre es el único animal que tiene músculos en las extremidades inferiores, que las personas que tienen la cabeza grande duermen mucho, que el cerebro no recibe sangre y es la parte más fría del cuerpo por lo que está destinado a compensar el calor de las demás. En fin, por citar una más, que una gota de vino puesta en una vasija llena de agua se convierte en agua. En disculpa del griego, diremos que, hasta hace apenas cuatro días, nadie había sido capaz de discutirle estas ideas.

Regresando a la actualidad, haremos una parada en la Italia prerrenacentista, para visitar al bueno de Dante Alighieri. O, quizá no tan bueno. En su obra maestra, “La Divina Comedia”, aparte de añorar a su Beatriz, el genial poeta arroja al infierno a todos sus enemigos – el Papa incluido-, lo que nos hace pensar que era un hombre un tanto vengativo, pues, a falta de males peores, el pontífice y algunos más han pasado a la posteridad en una situación – nunca mejor dicho- bastante poco digna. Por muchos panegíricos que se les hayan escrito, ninguno alcanzará jamás la difusión y el éxito de la obra dantesca.

Por cierto que, en nuestro país encontramos un caso parecido. No puede ser otro que el gran satírico, Francisco de Quevedo, quién en “Los sueños”, condenaba al infierno a abogados, médicos, sastres, y a todos sus enemigos, validos del rey en el lote.

Si, por otra parte, señalamos que un hombre como Voltaire, gran e ireverente caústico, que no medía a quién atacaba, era un tanto inocente y fácil de engañar, pocos nos creerán. Pero así es. Cuando estaba viviendo en Prusia, bajo la protección de Federico “el Grande”, se vio envuelto en problemas con éste a causa de su lengua.

Lord Byron
Cierto día, llevaron al despacho de Voltaire unos papeles para que los revisase y, como en el mismo momento entrara un criado con escritos del rey para lo mismo, el escritor dijo a su acompañante : “Mon ami, vea que el rey me está mandando su ropa sucia para lavar ; ya lavaré la de usted otro día”. Craso error, puesto que la frase llegó a oídos de un halagador real llamado Maupertuis que no perdió momento para contárselo al monarca, el cual desde entonces miró a Voltaire con ojos menos benevolentes.

Pero si hablamos de excentricidades, hay una época que se lleva la palma. Ésta es la Inglaterra de principios del siglo XIX. Sería muy prolijo detenerse a narrar todos los casos que se dieron, empezando por el Príncipe de Gales, después Jorge IV. Por citar uno muy conocido, hablaremos del famoso Lord George Gordon Byron. Éste se complacía en generar escándalo con pecados y barbaridades que, la mayoría de las veces, eran mentira.

Así, presumía de haber usado para beber, en las fiestas de su mansión, un cráneo humano, lo cual resulta sospechoso, pues era algo que había escrito antes en un poema. Igualmente, se jactaba en público de haberse casado sólo por dinero, cuando él era lo suficientemente rico, y partió a combatir al lado de los griegos a favor de su independencia de los turcos por el mero hecho de que adoraba la cultura clásica, pero “no se le daba una higa” Grecia ni sus habitantes.

En otra ocasión, cruzó a nado el estrecho de los Dardanelos, sólo por dar que hablar. Y todo ello por no mencionar el conjunto de aberraciones sexuales y etílicas que propalaba haber cometido.

Otro caso menos conocido por la posteridad es el de William Beckford. Era éste un escritor de novelas segundón en cuanto a calidad, que no a manías. Hombre adinerado, se edificó en su residencia una torre de setenta metros de altura a la que rodeaba un muro de once kilómetros de longitud. Allí vivía encerrado estudiando árabe y persa entre otras raras aficiones. Como, en cierta ocasión, la torre se derrumbase, su propietario sólo acertó a decir : “lo único que lamento es no haber estado allí para verlo”.

Sir Arthur Conan Doyle
Desde luego, la Gran Bretaña es riquísima en personajes de esta índole. El patriarca de la doctrina del “utilitarismo”, Jeremy Bentham, es otro caso clamoroso. Decía haber nacido viejo e ir volviéndose joven. Convencido de que su gato era un eclesiástico, lo llamaba reverendo. Los objetos de su casa tenían todos nombre de persona y él dialogaba con cada uno. Por no hablar de la conservación de su cadáver. Junto a todo ello, concibió los rudimentos del frigorífico, los tubos para hablar a distancia en las casas, una cárcel que podía ser vigilada desde su centro mediante un mecanismo giratorio y un sin fin de artefactos más.

Algo más tardío es Arthur Conan Doyle, el creador del mítico Sherlock Holmes, cuya afición al espiritismo era proverbial y que decía haber hablado con varias figuras históricas.

En fin, la lista sería interminable. Como sólo pretendíamos arrancar una sonrisa benévola al lector, lo dejaremos aquí.

http://www.leergratis.com/literatura/anecdotas-y-manias-de-algunos-genios-de-la-literatura.html

Comentarios

3,1416... dijo…
Hola, he estado hojeando tu blog y me ha parecido maravilloso, sólo quería dejar mis felicitaciones.

Saludos,

Pi.
Leonardo Mendez dijo…
Gracias...

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