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Mostrando las entradas de enero, 2010

Mas manías sobre escritores.

Anécdotas y manías de algunos genios de la literatura Cosillas que no siempre se conocen sobre los verdaderos genios Si tuviéramos que hacer aquí una lista de las excentricidades de los grandes escritores a lo largo de la historia, no tendríamos espacio suficiente. Por ello, lo que nos proponemos aquí es contemplar, benévolamente, las debilidades de un puñado de ellos, que pueden servir como ejemplo de los demás. Aristóteles dialoga con Platón Para empezar por el principio, viajaremos a la Grecia clásica. Allí nos espera Homero, genial autor de “La Ilíada” y “La Odisea”, al que la historia atribuye poco menos que haber improvisado al escribir esas maravillosas obras. Ello no es cierto. Muchos críticos lo han desmentido, después de estudiar los textos : han llegado a la conclusión de que no es posible realizar trabajos tan perfectos espontáneamente. Claro que Homero no es culpable de ello. Más culpable es el primer historiador conocido, Herodoto, quién mezcla en sus relatos históricos r

Las manías de los escritores reunidas en un libro

Pequeñas anécdotas a pie de página Proust trabajaba hasta las 7 de la mañana, Dostoievski escribía día y noche, Sartre era un grafómano obsesivo y Marguerite Duras tenía siempre al lado una botella de whisky. Estas y otras historias fueron recopiladas por el autor italiano Francesco Piccolo en Escribir es un tic. En la era de la grafomanía, el oficio de escritor no se considera tal. Cualquiera puede “ejercerlo”, basta con escribir un relato o algo que se le parezca. El chileno Luis Sepúlveda siempre se acuerda de un oficial de aduanas de Quito. “Cada vez que tenía que mendigar una visa me preguntaba la profesión. Cuando le contestaba: ‘Escritor’, repetía: ‘Le he preguntado la profesión’”. Muchos, como ese oficial de aduanas, creen que los escritores escriben cuando tienen “mal de amores”, cuando hay luna llena o, con suerte, cuando reciben la visita de esa extraña dama llamada Inspiración. En Escribir es un tic (Paidós), el escritor italiano Francesco Piccolo propone un recorrido liger